El pasado 2017 se amontonaron imágenes e informaciones sobre la terrible situación que sufría España por culpa de la sequía. Sin embargo, la sequía que sufrimos no es ni será un hecho aislado. Representa nuestra nueva realidad climática: en un contexto dominado por el calentamiento global, las sequías serán más frecuentes y serán más intensas.
En realidad, el problema más grave de España no es la sequía. El auténtico problema es la escasez crónica del agua que sufre España. Y la única causa de esa escasez es la mala gestión del agua. No hay agua para tanta demanda. Y lo que es aún más importante: no hay agua para toda la expectativa que se ha generado.
Las proyecciones para los próximos 20 años sitúan a España dentro del grupo de países con un estrés hídrico extremadamente alto. Frente a un fenómeno casi inevitable, la única solución pasa por mejorar la gestión del agua, reconociendo que la demanda actual está muy por encima de la disponibilidad del recurso. No podemos despilfarrarla, ni sobreexplotar los acuíferos.
¿Es necesario crear nuevas leyes? ¿Es necesario realizar nuevos pactos políticos? No. Nada de eso es necesario. Lo único que tienen que hacer las administraciones competentes es cumplir con la ley.
Firma y exige al Estado que asuma la necesidad de equilibrar la oferta y la demanda de forma integrada desde la perspectiva ambiental. Firma para que, en definitiva, las administraciones competentes cumplan con la ley. Conoce nuestras propuestas, necesitamos un cambio en la gestión de los recursos hídricos en nuestro país.
Es inaplazable abrir un debate sincero que limite la respuesta reactiva a las sequías, y trabaje con un enfoque proactivo en donde los planes hidrológicos las asuman como una componente del clima y un factor ordinario, con una gestión que verdaderamente permita prevenir y minimizar sus riesgos.
La sequía no nos debe pillar por sorpresa.
El Estado, sus responsables y la sociedad en su conjunto, han de asumir que la demanda de agua no debe estar por encima de la disponibilidad del recurso. Frente a esto, sólo hay una solución posible, aquí y en cualquier otro rincón del planeta: afrontar la escasez desde la gestión de la demanda como único modo de romper esa inercia que asume las sequías como una excepción.
No hay agua para tanto consumo.
La actual sequía tan solo se limita a recordarnos que nuestra planificación hidrológica sigue sin adaptarse a la realidad climática y que las decisiones que se toman para hacerlas frente, mayoritariamente centradas en la oferta, se activan en base a información parcial y planteamientos erróneos.
Frente a esta situación, proponemos:
- El Estado debe integrar las sequías en la planificación hidrológica como un factor propio del clima (de hecho la precipitación media anual ha estado por debajo de la media el 60% de los últimos 17 años, con 6 años similares al actual e incluso dos años por debajo del presente), asumiendo la necesidad de equilibrar la oferta y la demanda de forma integrada con las funciones del recurso hídrico y desde la perspectiva ambiental.
- Es preciso revisar las concesiones en coherencia con los objetivos medioambientales de la Directiva Marco del Agua (DMA), trabajando con profundidad en la reordenación del sector agrario y la armonización de políticas sectoriales (no todas las medidas deben considerar incrementar la oferta ni deben estar relacionadas con el regadío o con el recurso hídrico).
- Deben adaptarse los mecanismos utilizados para declarar las situaciones de sequía, ya que los actuales no permiten distinguir entre sequía meteorológica y escasez derivada de la gestión. La disponibilidad del recurso no depende exclusivamente de un fenómeno meteorológico, sino también de la toma de decisiones sobre la gestión. Así los indicadores deben basarse en variables como la pluviosidad, la evapotranspiración, la sequía fisiológica de la vegetación… y no en variables de gestión, como el nivel de los embalses. La mezcla de ambos indicadores imposibilitan diferenciar entre sequía y gestión. Es necesario diagnosticar separadamente ambas situaciones, sequía y escasez, para que la primera sea el pilar para fundamentar las decisiones.
Si estás de acuerdo con nuestras propuestas, firma para exigir un cambio en la gestión de los recursos hídricos. No podemos seguir tratando las sequías como si fueran a desaparecer.